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10 janvier 2010 7 10 /01 /janvier /2010 02:01

    Siempre he sido malo en matemática. Pésimo. Pero hay un día del año en el que me gustaría no saber ni siquiera contar: el primero de enero.
    Dos son las razones de esta voluntad de ignorancia. Una es extremadamente hermosa. La otra horrorosa. Aunque hace tiempo decidí no escribir sobre la fealdad, que es directamente proporcional a lo que no me gusta, haré una excepción por el Día de Reyes y escribiré sobre lo que considero un espanto: el aniversario de la supuesta revolución cubana.
    Hace 51 años que el gobierno de La Habana celebra el triunfo de la revolución cada 1ero de enero. Razón ésta más que suficiente, deduzco yo, para atragantarme con la primera de las 12 uvas que los madrileños tratan de deslizar por la garganta a golpe de campanazos, en la medianoche del 31. San Silvestre con salto ecuestre.
    El escritor Reinaldo Arenas imaginó en su novela El color del verano un carnaval satírico donde el Fifo celebraba sus 40 años de poder absoluto. Estoy seguro no haber sido el único que, al leerlo a finales del siglo XX, supuso que la delirante fiesta de Arenas no correspondería nunca con la realidad. Nos equivocamos todos. La violencia real de permanecer más de medio siglo, cambiando de nombre pero no de apellido del presidente, superó a la rabiosa imaginación del novelista.
    Henos aquí, impotentes ante tan grotesco exceso. El exceso destructivo de no dejar hablar al Otro, o peor, de imponerle lo que tiene que decir, comer, mirar, hacer y hasta irse a dormir temprano anulando carnavales y prohibiéndole mirar otras televisoras y otras imágenes. Peor aún. El exceso de destruir lo que pudo haber de bello antes, y de propagar la fealdad como nuevo y revolucionario canon estético.
    Y me doy cuenta ahora que la tristeza inconsolable que me provocan los primeros de enero se debe también a la destrucción de la belleza que impuso la revolución cubana, a la instauración obligada de formas, lenguajes e imágenes de una lamentable y colectiva vulgaridad.
    Un día en La Habana un amigo argentino me dijo: “Pero vos tenés un dentrífico sin nombre”. “Se llama Perla”, le dije, pero ya no hay pintura para escribirlo sobre el aluminio del tubo.
    Lo de Perla, conservado en mi memoria de niño, se había ido apagando, como los ingredientes ausentes en el producto. Ya no sólo estábamos obligados a comer engendros como sopa de cáscara de plátanos, sino que nos limpíabamos los dientes con algo insípido y sin nombre: con una perla desteñida y afeada.
    En una pieza teatral de Thomas Mann titulada Fiorenza, un personaje extremadamente feo –el fraile Jerónimo Savanarola– blasfema en sus discursos contra ciertas libertades de la sociedad florentina en pleno apogeo del renacimiento. Mientras que Fiorenza (Fiore), una mujer de una belleza despampanante y amante de “Lorenzo El Magnífico”, encarna con su físico y sus gestos a la Florencia de la época. La del filósofo Pico de la Mirandola, el eterno rebelde autor del Discurso sobre la dignidad del hombre.
    Savaranola termina siendo el dictador de Florencia y ordena destruir en una hoguera todo vestigio de sospechosa belleza: los libros de Bocacio y de Petrarca y los cuadros de Botichelli, quien del susto nunca más se atrevió a pintar mujeres en pelota.
    La violencia de la pretendida revolución de Savaranola termió siendo la supresión de lo bello. Por unos años Florencia dejó de ser la perla del renacimiento para ser la pira de los escarmientos.
Al comenzar a escribir estas notas –en Sospel, un pueblo de los Alpes no lejos del Mediterraneo– mencioné una razón hermosa para no querer saber contar los años los primero de enero. La casualidad quiso que un primero de enero de 1990, en una nocturna y solitaria calle de Cienfuegos, conociera a una versión insular de Fiore.
    Desde entonces y hasta mi exilio en Francia, ese azar me salva del espanto de tener que recordar sólo el pretendido aniversario épico de la revolución cubana.
    Es por eso que este primer día del 2010 me escapé otra vez de los falsos aplausos históricos: he celebrado, mirando al mar y huyendo de la nieve de París, los 20 años de aquel encuentro con la belleza: el 20 ha superado al 51.
    Ah, me olvidé decirles que en la obra de teatro de Mann, Fiore interviene para que el feo Savanarola encuentre a Lorenzo de Medicis en su lecho de muerte. Y que, después de darle fuego a cuanta cosa bella encontró en su camino, a Savanarola le pagaron con su misma moneda: fue quemado vivo en la Piazza della Signoria, en presencia de Maquiavelo…
    De esta manera los florentinos, talentosos también para las matemáticas, no tuvieron que contar más allá de 3 años para quitarse de arriba la impuesta fealdad.
    Para las dictaduras (muchas veces disfrazadas de revoluciones como la cubana) tampoco los números de los aniversarios son eternos. No hay que ser bueno en matemática para darse cuenta de esto.
    Veremos hasta cuánto tenemos que contar los cubanos cada primer día del año. Veremos sin algún día dejamos de echarle la culpa a las pesadillas de la dictadura al atorarnos con las uvas de la nochevieja de Madrid.
    Yo, como soy tan malo en matemática, opté este 2010 por darle para atrás al conteo, y preferí celebrar los 20 años que hace que conocí a Beatriz


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commentaires

A
<br /> Muy buen articulo. Felicito al autor. Al fin alguien que dice las coas con mesura, inteligencia y buen gusto. Enhorabuena!!!<br /> <br /> <br />
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P
<br /> wuau !! la verdad que esa pasta perla la recuerdo muy bien ...^^ !!<br /> y tambien , recuerdo el tubo de pasta por 3 personas que nos daban en el IPVCE Carlos Marx de matanzas ( un tubo por 3 personas ) Hay que estar loco ..... ^^ !!<br /> <br /> <br />
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O
<br /> Hola Armandito:<br /> Mi hermano Asbel desde Cuba me pidio que revisara tu blog y de paso le mandara algunos de tus articulos, asi lo hare de hoy en lo adelante.<br /> Me gusta mucho el modo en que escribes, te prometo que leere con calma todos los escritos.<br /> Un abrazo desde Italia<br /> Odette<br /> <br /> <br />
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L
<br /> Me encanta Armando!!!<br /> Gracias por la "despampanancia" (yo también rei a carcajadas),<br /> por la lindura, y por la esperanza.<br /> <br /> <br />
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N
<br /> Me gusto mucho, te felicito,me rei y llore,esperemos este ano no tengamos que contar y viva la belleza<br /> <br /> <br />
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