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5 avril 2020 7 05 /04 /avril /2020 09:15
CARTA ABIERTA DE ANNIE ERNAUX A ENMANUEL MACRON

Cergy, 30 de marzo de 2020

Señor Presidente:

   “Le escribo una carta/que usted leerá quizás/si tiene tiempo”. A usted que es un apasionado de la literatura esta entrada en materia seguro le evoca algo. Se trata del principio de la canción El Desertor de Boris Vian, escrita en 1954, entre la guerra de Indochina y la de Argelia. Hoy, aunque usted lo proclame, no estamos en guerra, el enemigo aquí no es humano, no es nuestro prójimo, no tiene pensamiento ni voluntad de hacernos daño, ignora las fronteras y las diferencias sociales, se reproduce a ciegas saltando de un individuo a otro. Teniendo en cuenta su léxico militar, las armas son las camas de hospital, los respiradores, las mascarillas y los test, es la cantidad de médicos, de científicos, de personal médico. Sin embargo, usted no ha escuchado los gritos de alarma de los trabajadores sanitarios y lo que se puede leer en la pancarta de una manifestación el pasado noviembre –El estado cuenta su plata, nosotros contaremos los muertos- resuena trágicamente hoy. Usted ha preferido escuchar a esos que preconizan el abandono del Estado, la optimización de recursos, la regulación de la circulación, todo esa jerga tecnocrática carente de humanismo para eludir la realidad. Mire ahora, son los servicios públicos quienes en este momento quienes en este momento aseguran en todas parte el funcionamiento del país: los hospitales, la educación y esos miles de profesores, de maestros tan mal pagados, la empresa eléctrica, Correos, el metro y la red de ferrocarriles. Resulta que los mismo que antes usted considerara inútiles, son ahora quienes siguen botando la basura, trabajando de cajeros, despachando pizzas, asegurando esta vida tan imprescindible como la intelectual, la vida material.

   Elección extraña la de la palabra “résilience” que significa reconstrucción después de un traumatismo. Nosotros no estamos en ese estado. Señor Presidente, tenga cuidado con los efectos de este confinamiento, de querer trastornar el sentido de estas palabras. Es un tiempo propicio a los cuestionamientos. ¡Un tiempo para desear un nuevo mundo, pero no vuestro mundo! No ese en el cual quienes dirigen y los financieros retoman sin pudor la cantaleta de “trabajar más”, hasta 60 horas por semana. Somos muchos los que no queremos un mundo en el cual la epidemia muestra escandalosas desigualdades, muchos los que queremos al contrario, un mundo en el cual las necesidades esenciales, comer sanamente, curarse, alojarse, educarse, sean garantizados a todos, un mundo posible si tenemos en cuenta las solidaridades actuales.

   Sepa, Señor Presidente, que no nos dejaremos más robar nuestra vida porque sólo la tenemos a ella, y “nada vale tanto como la vida”, como dice la canción de Alain Souchon, ni tampoco amordazar indefinidamente nuestras libertades democráticas ahora restringidas, libertad que permite a esta carta –a diferencia de la de Boris Vian, prohibida en la radio- ser leída esta mañana por las ondas de una radio nacional.

Traducción AVZ

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